Parece
Iker Casillas el símbolo de la sociedad española: le falta confianza. Cuando el
delantero pone el balón en el punto de penalti, al portero le empiezan a
temblar las manos, como le ocurre al electorado cuando va a coger la papeleta
del voto. “¿Vendrán los vándalos?” “¿Seguirán los alanos?” “¿Habrá un cambio
para que todo permanezca igual?” “¿Continuará el alcalde, aunque su victoria
provoque la muerte súbita de la mitad de los ciudadanos?” Todo se exagera, todo
nos molesta, como a Bloch, el protagonista de la conocida –y poco leída- novela
de Peter Handke que da título a esta columna. Según los días, los medios de
comunicación se mezclan: lo serio con lo sensacionalista, lo deportivo con lo
rosa, el marketing con la pornografía. En medio queda un espectador –ya no es un
lector- atónito, viendo cómo se transforma la realidad ante sus ojos, sin que
él pueda hacer nada para remediarlo. Como un Casillas esquizoide, que escucha
casi al mismo tiempo los pitos y los aplausos del estadio. Pero el caso es que
aún puede parar el balón, aún puede oponerse a lo que parecía inevitable y
alterar los designios de la diosa Fortuna. Es lo que piensan esas personas
valientes que se han lanzado por primera vez a la arena política y sienten que,
por fin, pueden cambiar las cosas. Son profesionales, empresarios, profesores,
incluso escritores que abandonan el País de Nunca Jamás para enfrentarse a ese
circo donde pelearán entre gladiadores y leones. Las listas electorales de los
partidos están llenas de candidatos que hasta hace poco estaban al otro lado de
la barrera. Y ése es un dato importante, una razón para mirar la realidad con
optimismo. Aunque sólo fuera por eso, merece la pena volver a salir al campo,
ponerse en la portería y enfrentarse al delantero, al que los ciudadanos le han
sacado la tarjeta roja. Pero ahí sigue, lanzando balones al campo. En estos
casos, lo importante es cuidar el área pequeña, que debe dominar el portero. El
área pequeña es tuya, Iker, y son tuyos todos los saques de esquina. Tienes que
afirmar tu autoridad, mirar a los jugadores contrarios a los ojos para que
sepan quién manda. Lo más importante, Iker, es la determinación. Y cuando creas
que puedes perderlo todo, cuando el miedo te muerda la boca del estómago al ver
que el delantero va a golpear el balón, te yergues dignamente y depositas tu
voto en la urna. Luego te pones a rezar.
IDEAL
(La Cerradura), 15/03/2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario