El
otro día escuché a un farmacéutico jactarse de descargarse libros gratis de
Internet; es decir, que una persona de cierto nivel adquisitivo presumía en
público de cometer un delito. Supongo que no le haría gracia que alguien
entrase en su establecimiento y le robase medicamentos por valor de diecisiete
euros, pero sí le parecía bien quitarle su salario al escritor que había
dedicado una parte importante de su vida a proporcionarle unas horas de
lectura, al editor que había publicado la obra, al distribuidor que la lleva a
las librerías, a las propias librerías, que terminan por cerrar, de lo que
luego nos lamentamos también públicamente. ¿Cuántas librerías buenas quedan en
Granada, “Ciudad de la Literatura?” Al parecer, nadie le había explicado al
“señor” farmacéutico que es un delincuente de la peor calaña, pues no roba
porque lo necesite –cada vez hay más personas que, a pesar de Rajoy, que no
conoce a pobres ni a parados, roban para comer-, sino por vagancia, y para
procurarse placer. La idea de la gratuidad es muy común en España, cuando lo
cierto es que los escritores y los artistas en general suelen llevar una doble
o triple vida para crear y comer, porque los creadores –hay que explicárselo
todo- también pagan hipotecas, recibos de la luz… y comen. Sin embargo, los
analfabetos digitales que se descargan libros, películas o canciones piratas,
lo que están propiciando es el cierre de empresas, y que muchos creadores se
planteen dejar de hacer su trabajo. Porque cada vez es más difícil publicar un
libro, editar un disco, hacer una película, y desde luego no ayuda a ello tener
un IVA “cultural” que es más bien expropiatorio. Por un libro en papel se paga
un tipo reducido del 4%, pero por un ebook se paga el 21%, igual que por ir al
cine o al teatro, esos lugares adonde tampoco irá el “señor” farmacéutico, que
es un cateto integral, como Rajoy, Montoro y Wert, y todos los que en este país
están propiciando la destrucción de la cultura. Y se nos va notando el nivel.
Esta campaña electoral ha sido un “remake” de otras campañas electorales donde,
más que propuestas concretas, se ha trasladado un discurso visionario, según el
candidato, o incluso mesiánico. Menos el PP de Granada, claro, que se ha
centrado en algo tan concreto como hacerle la campaña a Luis Salvador, pagando
cuñas publicitarias y folletos que se referían a él expresamente. El verdadero
cambio en España debe empezar por la educación.
IDEAL
(La Cerradura), 24/05/2015
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