Lo
mejor del verano es que la ciudad se vacía y de pronto llegas a tiempo a
cualquier sitio. El tráfico de despeja, los autobuses pasan puntuales y, si te
atreves a coger el coche, incluso encuentras aparcamiento. Como tus vecinos se
han ido, puedes relajarte un poco con la música, comprar tranquilamente en el
supermercado y preparar una buena cena para los amigos, aunque sean
imaginarios. Por las mañanas puedes además adoptar el modo turista, y vestido
con camiseta y bermudas y calzado con unas chanclas, visitar como si fuera la
primera vez el Centro José Guerrero y la Capilla Real, comer en la plaza de la
Pescadería, tomarte un té en la cuesta de San Gregorio. Incluso subir al
Albaicín, huyendo de los grupos de japoneses que hacen fotos a cualquier hora
del día en lugares insospechados, a las cuatro y media de la madrugada en la
Gran Vía, y a las cinco en los bosques de la Alhambra. Es lo que tiene creer
que tienes la ciudad para ti solo. ¿Quién necesita la playa en este paraíso
urbanita? Menos bañarte en el mar, puedes hacer cualquier cosa. Hasta la
malafollá parece dormitar en las aceras, aunque siempre hay algún camarero
dispuesto a desmentirlo, de esos que te perdonan la vida al ponerte una cerveza
con alguna tapa grasienta. ¡Será por calor! Pero al menos te libras de los
cuerpos orondos y sudorosos embadurnados de crema, orgullo español por la dieta
mediterránea, y a los que afortunadamente en la urbe sólo ves en las películas
de Torrente. Porque chicas en bikini sí que hay. Y tiene gracia. Será por la
globalización, pero hay gente que se viste igual para salir a la calle que para
ir a la playa. Aunque a la playa van antes, para lucir en la acera el moreno
trabajado en la arena. Que sí, que sí, que el moreno también se trabaja. ¿Cómo
soportar si no la radiación solar y el futuro cáncer de piel? Más nos vale un
buen color efímero, con el que disfrutar de las noches de fiesta. Y así te
encuentras a ellos y a ellas, como si fueran a darse un baño, comprando un
helado en Puerta Real, que siempre ha sido un buen paseo, que no marítimo. Todo
sea por las vacaciones, aunque algunos políticos quieran eliminarlas para
cuadrar las cuentas públicas. Entre
Hawái, Cancún o Palma de Mallorca, hay quien prefiere quedar en la Fuente de
las Batallas.
IDEAL (La
Cerradura), 6/08/2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario