El
espíritu de la Navidad es contagioso. Escucho a la vecina de arriba, que tendrá
veinte años, cantando un villancico; pero también a la de abajo, que podría ser
su abuela. Lo curioso es que cantan el mismo villancico: “Arre borriquita, arre
burra, arre, anda más deprisa que llegamos tarde… Que mañana es fiesta y el
otro también”. El resto es un tarareo indescifrable, pero lo importante es que
hoy es fiesta y el otro también y, en Granada, hasta otro más. ¡Toma! Y que ha
pasado otro año sin que nos demos cuenta. Bueno, según de qué. Esta semana, la
medida de lo que ocurre en España la ha dado Tabarnia, una hipotética comunidad
autónoma cuyo territorio lo forman Barcelona y buena parte de la costa
catalana, que aglutina el noventa por ciento de la riqueza de Cataluña y el
voto españolista, y que quiere independizarse de la independencia. Pero lo que
parecía una inocentada hay quien se lo toma muy en serio, como se han tomado el
procés. A fin de cuentas, somos un país educado por Mortadelo y Filemón, a los
que Ibáñez pronto les encomendará la “Misión Tabarnia” o la “Misión
Puigdemont”. En eso estamos. Aunque yo pienso más bien en la película dirigida
por Roland Joffé e interpretada por Robert De Niro y Jeremy Irons, que narra el
exterminio de los indios guaraníes y las misiones jesuítas en las cataratas del
Iguazú tras la firma del Tratado de Madrid en 1750 entre España y Portugal. Éso
era un problema, y no las continuas pataletas de este país de lloricas. De
hecho, en América Latina todavía sí se habla con propiedad de plurinacionalidad
y nacionalidades para referirse a los pueblos aborígenes que han sufrido la
segregación racial y económica, la exclusión y la marginación en países como
Bolivia, Ecuador o Perú. Pero no aquí, donde debería caérsenos la cara de
vergüenza. Sobre todo al conocer realidades mucho más prosaicas como las que
viven los vecinos de Almanjáyar, a los que también se trata actualmente como a
indígenas, y a los que se les corta la luz haga o no frío, llueva o llegue otro
temporal. Un barrio que sólo acapara titulares por las quejas de algunos
estudiantes de la Escuela Oficial de Idiomas, que ahora aprenderán la realidad
social de Granada, que no es la del centro-histórico-turístico. Es lo que tiene
la privatización de los servicios públicos, gestionados por compañías privadas
donde los partidos políticos colocan a sus expresidentes/as o exministros/as.
Los místeres y misses Scrooge de hoy. Feliz año ¿nuevo?
IDEAL
(La Cerradura), 31/12/2017
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