En
un tiempo en que la ideología vale tanto como un sondeo o una campaña
electoral, y en el que la palabra es tan ligera como un tuit, resulta
reconfortante leer a Juan Madrid, cuyas obras son un retrato social y político
de la historia reciente de España. Como dice su alter ego Juan Delforo en su
última novela, “Gloria bendita” (Alianza editorial), la literatura no trata de
la verdad ni de la mentira, sino sobre la complejidad del mundo y de la vida; pero
las palabras y las vidas de sus personajes son tan reales que, leyéndola, uno
comprende por fin la sociedad en que vive. La historia que cuenta Juan Madrid
en “Gloria bendita” les sonará a sus lectores, pues está ceñida a la
actualidad, y por ella planean las andanzas del Rey Emérito, de ciertos
comisarios corruptos y de una clase política y empresarial que entronca con el
franquismo a través de la Transición. Prácticas que Juan Madrid conoce bien
desde que trabajara como periodista en Diario 16, actividad que dejó para
convertirse en el gran maestro de la novela negra en España y en uno de
nuestros pocos grandes escritores vivos, en los que el compromiso literario no
puede disociarse del compromiso personal, y que está más allá de influencias e
intereses, de las miserias comunes de las carreras profesionales o literarias.
Después de superar un ictus, Juan Madrid ha escrito una novela lúcida y
rotunda, donde cada palabra es el resultado de una lucha con la memoria
personal y la memoria de España. Y me imagino el esfuerzo titánico que ha
supuesto su escritura contra el vacío del pensamiento, contra el olvido
político y la pérdida de la propia identidad. Me lo imagino haciendo y
rehaciendo mapas, esquemas y bocetos en su casa de Salobreña, desde donde Juan
Delforo llama por teléfono –a nosotros, quizá, como lectores- en el primer
capítulo de esta novela. Según cuenta el escritor en el epílogo, llegó a
trabajar con seis versiones del manuscrito a la vez. Y tal vez por esa razón los
personajes –casi personas de carne y hueso- de “Gloria bendita” son sobre todo luchadores,
como María, Emilia, el propio Juan Delforo o Bernabé, aunque sean las mujeres
las que no por casualidad muestran un carácter más firme y determinante, tres
generaciones de una familia que se empeña en sobrevivir y en saber. La
literatura –y no la política- es el arte de lo que no se ve. Gracias, Juan. De
verdad que esta novela es gloria bendita.
IDEAL (La Cerradura), 16/11/2020
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