El
poco respeto de nuestra clase política por la Constitución española lo han
personificado los 194 diputados que han apoyado esta semana en el Congreso la
declaración del estado de alarma durante seis meses, una medida
inconstitucional si atendemos al artículo 55, que requiere taxativamente la
declaración del estado de excepción para privar a los ciudadanos de los
derechos fundamentales de libertad de circulación y de reunión. Pero se ve que
esa palabra suena demasiado fuerte, como el toque de queda, por lo que no
tienen el Gobierno y sus señorías inconveniente alguno en saltarse las normas,
como el presidente Pedro Sánchez, que no defendió esta medida en el Congreso ni
está dispuesto a pedir su prórroga cada quince días, como exige la ley orgánica
correspondiente, lo que nos da la medida de sus convicciones democráticas.
Porque si la situación sanitaria requiere la aplicación de estas medidas, se
tendrá que utilizar el instrumento jurídico correspondiente, con el respeto
escrupuloso a los derechos de los ciudadanos y con las debidas garantías
democráticas. Y es inconstitucional la delegación de estas competencias
exorbitantes a las comunidades autónomas, que con sus decisiones
contradictorias han generado un verdadero caos social y han aumentado la
inseguridad de la ciudadanía, lo que nos da también una medida de la idea que
tienen algunos de una república plurinacional, pues el Estado autonómico lo que
demanda es que las medidas se tomen coordinadamente, y cualquier persona con
sentido común entiende que sería mucho más efectivo un mando sanitario único,
aunque sólo fuera para ahorrar recursos. En los próximos meses, ¿van a seguir
cobrando sus sueldos sus señorías? ¿Se lo quieren explicar a los miles de
ciudadanos a los que se les prometió los ERTE y el sueldo mínimo y que una
Administración pública en estado de alarma aún no ha tramitado? El hambre es
también una pandemia, y está ya presente en nuestras ciudades, dentro y fuera
de las casas, y no va a evitarse con medidas excepcionales. Lo peor es la
hipocresía con que se pide adhesión y apoyo a este cúmulo de disparates, porque
la ideología no puede ejercerse sin democracia, algo más importante que ser de
izquierdas o de derechas. Desde luego, las formas de este Gobierno no son
progresistas, sino demagógicas y totalitarias. Qué triste para un país que
viene de una guerra civil, una dictadura y una transición democrática, aunque
haya quienes la nieguen. Desde el ejercicio de un poder delirante, este
Gobierno les está dando la razón. Tenemos demasiados dictadores del miedo.
IDEAL (La Cerradura), 1/11/2020
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