lunes, 2 de noviembre de 2020

Excepción

El poco respeto de nuestra clase política por la Constitución española lo han personificado los 194 diputados que han apoyado esta semana en el Congreso la declaración del estado de alarma durante seis meses, una medida inconstitucional si atendemos al artículo 55, que requiere taxativamente la declaración del estado de excepción para privar a los ciudadanos de los derechos fundamentales de libertad de circulación y de reunión. Pero se ve que esa palabra suena demasiado fuerte, como el toque de queda, por lo que no tienen el Gobierno y sus señorías inconveniente alguno en saltarse las normas, como el presidente Pedro Sánchez, que no defendió esta medida en el Congreso ni está dispuesto a pedir su prórroga cada quince días, como exige la ley orgánica correspondiente, lo que nos da la medida de sus convicciones democráticas. Porque si la situación sanitaria requiere la aplicación de estas medidas, se tendrá que utilizar el instrumento jurídico correspondiente, con el respeto escrupuloso a los derechos de los ciudadanos y con las debidas garantías democráticas. Y es inconstitucional la delegación de estas competencias exorbitantes a las comunidades autónomas, que con sus decisiones contradictorias han generado un verdadero caos social y han aumentado la inseguridad de la ciudadanía, lo que nos da también una medida de la idea que tienen algunos de una república plurinacional, pues el Estado autonómico lo que demanda es que las medidas se tomen coordinadamente, y cualquier persona con sentido común entiende que sería mucho más efectivo un mando sanitario único, aunque sólo fuera para ahorrar recursos. En los próximos meses, ¿van a seguir cobrando sus sueldos sus señorías? ¿Se lo quieren explicar a los miles de ciudadanos a los que se les prometió los ERTE y el sueldo mínimo y que una Administración pública en estado de alarma aún no ha tramitado? El hambre es también una pandemia, y está ya presente en nuestras ciudades, dentro y fuera de las casas, y no va a evitarse con medidas excepcionales. Lo peor es la hipocresía con que se pide adhesión y apoyo a este cúmulo de disparates, porque la ideología no puede ejercerse sin democracia, algo más importante que ser de izquierdas o de derechas. Desde luego, las formas de este Gobierno no son progresistas, sino demagógicas y totalitarias. Qué triste para un país que viene de una guerra civil, una dictadura y una transición democrática, aunque haya quienes la nieguen. Desde el ejercicio de un poder delirante, este Gobierno les está dando la razón. Tenemos demasiados dictadores del miedo.

IDEAL (La Cerradura), 1/11/2020

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