Perdí el móvil y la identidad durante unas horas. No tenía
contactos, no podía hablar con nadie, sentí pánico. Pero solo al principio.
Después, me di cuenta de que era libre de Pegasus y el CNI. Sin nadie que nos
llame o nos escriba no sabemos quiénes somos. ¿Cómo podíamos vivir sin
teléfono? Sin teléfonos no habría espías, ni CNI, ni quizá Gobierno. ERC no
apoya ya a Pedro Sánchez, ni tampoco Podemos, aunque también gobierne. Pero
cuentan que el Gobierno podría caer por las escuchas ilegales, aunque al
parecer también han espiado al presidente. ¿Qué sabe Marruecos? Me imagino a
Mohamed partiéndose de risa al cotillear los WhatsApp de Sánchez. Fíjate lo que
dice, ji, ji, ji. Los teléfonos nos dan libertad, pero también nos la quitan, y
es como si llevásemos un espía en el bolsillo. Sabe adónde vamos, con quién nos
reunimos, cuántos pasos damos durante el día. La gente mira la realidad a
través del móvil, y el gesto más cotidiano tiene forma de pantalla. ¿Quién
eres? La destitución de la directora del CNI es una chapuza, aunque la ministra
de Defensa, Margarita Robles, le quite hierro. ¿No es obligación de los espías
saber lo que se cuece en Cataluña? ¿No había autorización judicial? En la
Comisión de Secretos Oficiales debe hablarse claro, aunque ERC y Bildu no crean
en el Estado español. Con esos amigos quién necesita enemigos. Quizá por eso,
el Gobierno va a reforzar las capacidades del CNI “para evitar las brechas de
seguridad que hemos conocido en los últimos días”, según ha explicado el
ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix
Bolaños. En la prensa se ha recordado mucho a Mortadelo y Filemón y a la TIA,
que es la versión española de la CIA, pero los espías de hoy no se disfrazan,
sino que utilizan también el móvil, donde repasan las llamadas y los mensajes
de políticos y empresarios, que no deben ser muy distintos a los del ciudadano
medio. Pero hay que tener vocación para ser cotilla. Guardar y contar los
secretos de los demás debe de ser divertido. Uno sabe cómo empieza, pero no
cómo acaba. Yo, mientras escribo, tengo la impresión de que es otra persona la
que va escribiendo mis palabras, y que sabe mucho más que yo de mí. ¿Será del
CNI? ¿Seremos todos del CNI? Como diría Miguel Iceta, gánales, Pedro. O mejor,
llámales. El futuro de España depende de una llamada telefónica. No sé a quién,
pero llama, Pedro. Llama.
IDEAL (La Cerradura), 15/05/2022
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