Nuestros
políticos parecen convencidos de que hay que dividir a la población en dos
bandos, y utilizan un lenguaje populista, términos como fachosfera o
sanchosfera, de los que se hacen eco los medios de comunicación. No son
insultos, nos dicen, sino una descripción de la realidad. La realidad es que en
2023 ha subido un 7,3% el precio de los alimentos y que ha bajado el poder
adquisitivo de las familias españolas. La realidad es que Black Rock, el mayor
fondo financiero del mundo, ha adquirido el 20% de Naturgy, y es el primer
accionista de Repsol y Enagás, del Banco Santander y BBVA, y el segundo de
Iberdrola y Redeia, antigua Red eléctrica, entidades que han ganado un 23% más
en 2023, y que son los que mandan. La realidad es que nuestra clase política
vive en la superficie del lenguaje y en una campaña electoral permanente, y que
sus expectativas no pasan de las elecciones gallegas y europeas. Unos y otros
hablan de destruir el Estado, pero no nos ofrecen un proyecto común donde todos
puedan sumarse, incluso los partidos nacionalistas e independentistas a los que
el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, les ha perdonado esta semana sus
pecados. Porque lo del Congreso de los Diputados parece, sí, una historia
bíblica. Siete votos que son como treinta monedas de plata. Los que exigen la
ley de amnistía han votado en su contra, aunque el presidente les absuelva de
palabra. ¿Dónde queda la separación de poderes? Las teorías de las
confabulaciones judiciales nos llevan a calcar los discursos de Trump, Putin
(ay, Carles Puigdemont) o Netanyahu. Del Gobierno se valora más que baje el IVA
para los alimentos básicos y la luz y el gas, que bonifique el transporte
público, se revaloricen las pensiones o se aumenten las ayudas al desempleo. Es
un lenguaje más sensato, y que entienden mucho mejor los ciudadanos. Como
entenderían también un pacto político por el agua. No tenemos que hacer un
referéndum para saber que lo que más le importa a la gente ahora mismo en
Cataluña es la declaración de emergencia por sequía en Barcelona y Gerona. Lo
mismo puede ocurrir en breve en Andalucía y en Granada, donde los embalses
están a un 23,5% de su capacidad. Los ciudadanos viven en la realidad, aunque
miren al cielo. Nuestros representantes no parecen de este mundo y sólo miran
la politosfera, esa capa externa y frágil que recubre el Estado social y
democrático de Derecho y que algunos están empeñados en quebrar.
IDEAL (La Cerradura), 4/02/2024
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