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lunes, 27 de noviembre de 2023

Instituciones

Se ha echado de menos en el discurso de investidura de Pedro Sánchez que haga la manida afirmación de que va a gobernar para todos los españoles en vez de levantar muros, que ya sabemos que terminan derribados. ¿Sólo va a gobernar para los suyos y contra la mitad de España que no acepta una amnistía pactada con el único objetivo de mantener el poder? También se echa de menos que Alberto Núñez Feijóo condene los ataques a la sede del PSOE y se dedique a hacer política desde la inteligencia, pues el PP controla el Senado, la mayoría de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos. Quizá pudiéramos pedir a ambas partes respeto por las instituciones, que no deberían tener ideología, aunque vivamos en un país acostumbrado a que cada cual haga de su capa un sayo, desde el mundo político y empresarial a la cultura. Necesitamos estadistas y no oportunistas, gestores y no padrinos mafiosos. Pero abundan estos últimos, que creen en el sectarismo y en la humillación del contrario. Los cargos públicos, sin embargo, no son propiedad de nadie, y mucho menos el dinero público, que es lo que más duele a los ciudadanos que sufren para pagar impuestos. Que no se condene a un malversador no lo aceptará nunca quien ha tenido que pedir un préstamo para pagar una declaración del IRPF o del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. ¿Por qué unos sí y otros no? Esa es la cuestión. No todo tiene un precio, y hasta Maquiavelo puede terminar escaldado, porque no se puede enfrentar a la población, ni siquiera como juego político. Esto no es un juego, aunque se lo parezca a algunos de nuestros dirigentes y a otros que aspiran a serlo. Confundir a la persona con el puesto es lo que pervierte las instituciones del Estado, que sostiene el sistema democrático. Lo aprendieron Alfonso Suárez y el rey Juan Carlos I, también Santiago Carrillo, que personificaron la Transición. No sé lo que habrá aprendido Irene Montero, que abandona el ministerio de Igualdad sin reconocer errores y dando una pataleta, ni lo que estarán aprendiendo Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, que están llamados a entenderse, aunque no quieran. Porque la otra posibilidad es que la confrontación que escenifican en el Congreso se convierta en una realidad, y las protestas en las calles en una batalla campal. Hay que hacer política para todos, en el Gobierno y la oposición si, más allá de las personas, queremos que sobrevivan las instituciones democráticas.

IDEAL (La Cerradura), 26/11/2023

lunes, 23 de mayo de 2022

Extraterrestres

Pues estábamos discutiendo si España es un Estado plurinacional o no (el andaluz Elías Bendodo ha querido reivindicar de nuevo el café para todos) y llega Estados Unidos y reconoce 144 encuentros con ovnis entre 2004 y 2021. ¿What? “Los avistamientos son frecuentes y continuos”, ha declarado en el Senado americano el subdirector de la Inteligencia Naval, Scott W. Bray. Ya tenemos otro enemigo para Putin. La que se va a liar. Pensábamos que no iba a haber más guerras en el siglo XXI y ahora nos encaminamos a una batalla intergaláctica. Se van a volver locos los frikis de La Guerra de las Galaxias y Star Trek. Los alienígenas ya están frotándose las manos con los recursos de la Tierra. Mientras aquí invertimos en bitcoins o en repúblicas independientes, ellos van planeando el reparto del uranio, el agua y hasta de los seres vivos. “Tenemos que darnos prisa”, se dicen en el planeta Q4, “antes de que se autodestruyan”. Por lo que dejarán de esconderse para declarar sus intenciones dentro de poco. Aunque hay otra posibilidad inquietante, apuntada ya por muchos autores de ciencia ficción: los extraterrestres llevan años con nosotros. De hecho, nos acompañan desde el principio, y sus orígenes pueden rastrearse en todas las antiguas civilizaciones. Es más, si usted traza una línea planetaria desde su cocina (templo familiar de cualquier casa) que abarque los grandes monumentos de la humanidad, desde las pirámides a la catedral de Granada, descubrirá que en realidad está dibujando una cara alienígena: nuestra propia fisonomía. “No hacemos conjeturas sobre su origen”, ha dicho Bray. Ni falta que hace. Fíjese en los programas de los partidos políticos para la campaña andaluza, por ejemplo. O en los pronósticos optimistas sobre la evolución de los precios de la energía cuando usted se acerca a la gasolinera y comprueba que el litro ya vale 2 euros. ¿Un ovni? O en cómo hacemos honores al emir de Qatar para que nos venda el gas que no nos dará Putin, que es como cambiar a un sátrapa por otro, pues nos da igual que ignoren los derechos humanos. Espero que, huyendo de algunos terrícolas españoles, el rey Felipe no tenga que exiliarse al país vecino de la residencia actual de su padre, el rey emérito Juan Carlos. ¿Hay suficientes países árabes y productores de petróleo para acoger a todos los presidentes o presidentas de nuestras múltiples nacionalidades? Estamos deseando que vengan de verdad los extraterrestres. Aunque sólo sea para que estos interesantes encuentros diplomáticos se produzcan en la tercera fase.

IDEAL (La Cerradura), 22/05/2022

lunes, 10 de agosto de 2020

El exilio o la fuga

La categoría de un país se mide también por cómo trata a sus personajes públicos, y que el Rey emérito haya tenido que exiliarse demuestra muy poco respeto por el personaje (que tampoco se ha mostrado en los últimos años digno de respeto), pero asimismo por la historia de España. Total, Juan Carlos I no ha hecho algo muy diferente a lo que hacen habitualmente artistas y deportistas, y habría que ver cuántos miembros del Consejo de Ministros utilizan sociedades para tributar menos a Hacienda. El Rey emérito aceptó pagos de Arabia Saudí como el actual vicepresidente del Gobierno los aceptó de Irán y Venezuela, al menos eso es lo que cuenta la prensa, y para todos debería valer la presunción de inocencia. El que no la necesita es Pedro Sánchez, que se va a veranear tranquilamente al palacio de La Mareta, un regalo del rey Hussein de Jordania a Juan Carlos I y que éste cedió al Patrimonio Nacional, porque aquí se es republicano sólo cuando interesa, y lo que más abunda es la hipocresía y la desvergüenza. Es cierto que Juan Carlos I fue el sucesor nombrado por Franco, pero también la ley de Reforma Política fue la última ley franquista, y si no ha habido una verdadera ruptura jurídica con el régimen franquista sí la ha habido en la persona del propio Juan Carlos I, convertido en jefe del Estado y símbolo de la monarquía parlamentaria. Es decir que, si le hubiera dado la gana, no hubiera habido democracia en España, y eso es algo bien distinto a sentarse por la noche a ver Juego de Tronos. La diferencia entre la clase política de la Transición y la actual es que mientras aquélla creció sufriendo las secuelas de una guerra civil y una dictadura, ésta lo hizo viendo en el cine La Guerra de las Galaxias. Y se nota. ¿Cuántos de los actuales líderes políticos son capaces de hacer un sacrificio para pactar con el contrario? Ni siquiera con una pandemia que ha causado decenas de miles de muertos (todavía esperamos cifras oficiales verdaderas) hemos visto un gran pacto político nacional. No les interesa a nuestros políticos, que carecen de una idea o un proyecto de Estado, fuera del análisis de la intención de voto y los fundamentos de la comunicación política. ¿Una república? El presidente Sánchez ha volado en dos aviones Falcon de las Fuerzas Armadas al palacio de la Mareta, en Lanzarote. Otra película: Exilio y fuga. Mientras, la casa está vacía. Y sin barrer.

IDEAL (La Cerradura), 9/08/2020