El corazón del Ecuador puede ser el
claro de un bosque amazónico. Tiene la forma del país, y nos hace pensar que
quizá se encuentre donde parece no haber nada, pues lo más esencial no es
siempre lo evidente. O quizá sea ese estanque en el centro de una arboleda que
nos permite mirar el cielo, o ese árbol solitario que evoca nuestro yo
interior. Lo piensa el espectador de los cuadros de Servio Zapata (Zaruma,
1969), que estos días podemos ver en la galería
Todo Arte, que, con Mirko Rodic a
la cabeza, celebra su veinte aniversario con
esta exposición titulada Islas.
Servio Zapata se inspira en poetas como Ángel González, Joaquín Sabina o
Siomara España para titular sus obras, pero su simbología la encontramos en los
motivos, que son siempre árboles, pero nunca los mismos, ya que son seres
multiformes, seres humanos más que seres vivos. En Aislados, Árbol genealógico o
Conquista, uno cree vislumbrar el origen y el sentido de la
humanidad, pero también hay lugar para el amor y la meditación en el Nacimiento de Venus o en Preámbulo a un silencio, pues los
cuadros de esta exposición, aun manifestando un expresionismo militante, no
dejan de ser paisajes interiores. Y, como el autor, uno termina preguntándose
si la simbología o el significado de una obra nacen con las primeras pinceladas
del artista, crecen después de horas de trabajo y soledad y acaso sólo terminen
de completarse bajo la mirada fascinada del espectador.
El
Telégrafo (Zoom del Ecuador), 2/11/2013
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