domingo, 3 de noviembre de 2013

Difuntos

Hasta hace pocos años, la celebración de Hallowen en España era algo exótico. Más bien, el Día de Difuntos estaba reservado para visitar las tumbas de los familiares en el cementerio y arreglarlas un poco, y no era raro ver a una mujer limpiando la lápida plumero en mano, barriendo y colocando las flores como si se tratase del salón de casa. “Para que estés más a gusto, Paco”; me la imaginaba yo pensando. “Que hasta muerto hay que estar limpio y guapo”. De hecho, hay quien trata a los muertos como si estuvieran vivos –quizá porque te escuchan pacientemente, en un silencio sepulcral-, y en algunos países de Hispanoamérica no es raro llevarles la comida al cementerio o incluso cantarles canciones u organizarles una fiesta, como la que el Ayuntamiento de Granada les ha aguado a los organizadores del Palacio de Congresos. Lo raro ahora, sin embargo, es no salir disfrazado y con una calabaza en la mano, con lo que cada vez nos parecemos más al jinete de Sleepy Hollow, que, como saben, no tenía cabeza. Pero es de lo que se trata, y para eso están los maratones de películas de zombis y vampiros en algunas cadenas de televisión. Aunque para asustarnos nos basta ver el telediario, donde cada vez asoman más políticos buscando al fantasma del trabajo, de la sanidad o de la educación, los tres espíritus que nos prometieron un futuro mejor. Mientras, las grandes entidades financieras, que no necesitan máscara –ya se la ponen nuestros responsables públicos-, tienen un 80% más de beneficios que el año pasado, gracias al dinero de los contribuyentes españoles, que son accionistas fantasmas y pobres de solemnidad. Pero no pasa nada, por suerte tenemos el Día de Todos los Santos, que viene justo antes del de los Difuntos. ¿Hemos encendido alguna vela por el futuro del país? Cristóbal Montoro, que parece salido de una película de vampiros, dice que “la gente ya empieza a notar la recuperación”. Obviamente, se refiere a Emilio Botín y otros cuantos, que han preparado el guión de la superproducción “La sangre de España”, en la que los protagonistas acuden al Palacio de la Moncloa para tratar de revivir el cadáver del país vertiendo sobre sus cenizas las cifras del paro. De hecho, Montoro ha dicho también que es “un entregado al cine, un devoto”. Dios mío, después de arruinar a los directores españoles, lo mismo lo ficha Tim Burton para interpretar a Ichabod Crane: después de encontrarse con el fantasmal jinete, el pobre perdió la cabeza.


IDEAL (La Cerradura), 3/11/2013

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