Del cerdo ya sabíamos que se aprovechaba todo (¡ay, benditos
callos!), pero nadie sospechaba que, a pesar del ministro de Consumo (que no
comerá tampoco la olla de San Antón), no lo criaríamos para comérnoslo, sino
para realizar trasplantes de corazón. Lo que el cerdo te quita en forma de
colesterol te lo compensa con una nueva vida saludable, por lo que podemos
exclamar como Homer Simpson: “la causa de, y la solución a, todos los problemas
de la vida!” El primer trasplante de corazón de un cerdo a un ser humano se ha
realizado en Baltimore (Estados Unidos), y llama la atención la poca
repercusión que ha tenido la noticia. Será porque implica reconocer que,
biológicamente, nos parecemos mucho a esos animales que nos sirven tanto para
comer como para insultarnos, y hay a quien le cuesta aceptar que pertenece a
este reino más doméstico que salvaje. Sin tener que recurrir a nuestros
semejantes porcinos, España es líder mundial en donantes y trasplantes de
órganos, como informaba Laura Velasco en IDEAL esta semana. En 2021 se han
realizado 143 trasplantes de personas que habían superado la covid-19, lo que
da una medida de la solidaridad de la gente, incluso en los peores momentos. Son
buenas noticias dentro de una actualidad inquietante, con Vladimir Putin
dispuesto a iniciar la tercera guerra mundial, como si no hubiéramos aprendido
de las anteriores. ¡Menudo cerdo!, con perdón de nuestros queridos gorrinos.
Pero le ha faltado tiempo a Pablo Iglesias y la parte morada del Gobierno (la
otra parte es la ruborizada) para alertarnos de nuestro espíritu belicista
contra los buenos de los rusos, a los que acaso habría que mandarles para que
se calmen un ejército de juguetes. Si no se declaran en huelga, claro, que
también sabemos gracias al ministro Garzón que estos tienen “su corazoncito”. Imagínenselos
negociando las condiciones de la paz con el camarada Putin, que tiene una idea
de la humanidad parecida a la que fabularon las hermanas Wachowski. Una cadena
trófica formada en el primer escalón por cerdos criados en granjas; el segundo,
por seres humanos que se benefician de todos los recursos de estos animales; y
el tercero, por un ejército de robots rusos que crían en granjas a los seres
humanos para producir energía como si fueran pilas, aunque les hacen creer
gracias a Matrix que están criando cerdos o defendiendo su causa. No sé, quizá
me haya ido por las patas del jamón de Jabugo. Pero entre humanos y cerdos, uno
nunca sabe quiénes son más animales.
IDEAL (La Cerradura), 23/01/2022
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