Resulta
lamentable que la posibilidad de una guerra en Europa sólo sirva en España para
que se produzca una ridícula “batalla entre partidos”, como titulaba algún
periódico esta semana, o que haya escaramuzas dentro del propio Gobierno. De
pronto utilizamos un lenguaje bélico y elucubramos sobre cómo comienzan las
guerras, como si esto no fuera un preocupante conflicto internacional, sino una
nueva moda informativa. Pero los partidos españoles parecen en guerra, Vox
contra el PP, Podemos contra el PSOE y todos contra todos, que si tú tienes
vínculos con Rusia o con el partido comunista chino o con la extrema derecha. El
caso es enarbolar la paloma de la paz cuando lo que se pretende es derrotar al
contrario, que hay elecciones en Castilla y León y quizá también pronto en
Andalucía. Viendo las cosas con perspectiva, uno entiende la fascinación que la
guerra civil ha despertado siempre entre los historiadores extranjeros, porque
nadie puede explicarse el enconamiento y la cabezonería de buena parte de la
clase política española, incapaz de llegar a acuerdos sobre políticas
nacionales a largo plazo y desarrollar un proyecto de país. Y si es incapaz de
desarrollarlas a nivel interno, no podemos esperar que las desarrollen a nivel
internacional, aunque tengamos a políticos valiosos como Josep Borrell –qué
lástima que no llegara a ser candidato del PSOE y presidente del Gobierno- al
frente de la diplomacia europea o Javier Solana, y eurodiputados brillantes
como Juan Fernando López Aguilar, que ha sido sensible en su trabajo científico
a los hechos diferenciales recogidos en la Constitución y que como buen
europeísta defiende la unidad desde la heterogeneidad. Sin salir de Granada, otro
buen ejemplo es José Antonio Montilla, y no es casualidad que todos provengan
de la universidad. Como excepción para que se cumpla la regla, tenemos al mayor
bluf de la política española de los últimos años, Pablo Iglesias, que proclama
que, ahora que no es político, “puede decir la verdad”. Se ve que no aprendió
nada en sus años universitarios, pues la veracidad debe presidir el trabajo
científico y el informativo, su otra vocación frustrada. Y esas expectativas de
verdad referencial deberían presidir también el discurso político, si se aspira
a recuperar la credibilidad ante los ciudadanos. Porque, de este modo, es
difícil prever lo que ocurrirá en esta nueva crisis europea, pero sí sabemos lo
que sucederá en España. Como decía el coronel alemán interpretado por Max von
Sydow en “Evasión o victoria”, los conflictos internacionales deberían
resolverse en un campo de fútbol.
IDEAL (La Cerradura), 30/01/2022
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