domingo, 26 de enero de 2014

Gafas


Al parecer, las Google Glass son un éxito. Esta semana han denunciado a una mujer por llevar puestas estas gafas electrónicas mientras conducía, y en Estados Unidos han detenido a un hombre acusado de grabar con ellas una película en el cine. No me extraña en absoluto. De hecho, ya llevábamos bastante tiempo apartando la vista o haciendo la vista gorda, según el nivel político, aunque según el fabricante se trate de “gafas de realidad aumentada”. Los hermanos Wachowski (creadores de la saga Matrix) nos hicieron ver que quizá vivíamos en un mundo creado artificialmente. Y hace años que Chomsky denunciaba la posibilidad de que existiese un gran oligopolio de la comunicación, una especie del Gran Hermano de Orwell. Pero nada de eso, es algo mucho más complejo y simple a la vez: se trata de que nos divirtamos mientras otros se dedican a cosas serias y rentables, como el control del capital financiero. Y es que al parecer, tan importante como los bancos es la industria del entretenimiento. Nos ponemos gafas electrónicas y acudimos en masa al cine para ver películas de superhéroes. ¿No resulta sintomático? Lo es para Alan Moore, el autor de “Watchmen”, el único cómic elegido por la revista Time en su lista de las 100 mejores novelas del siglo XX, y creador también de la novela gráfica “V de Vendetta”, en la que un misterioso revolucionario apodado "V", oculto tras una máscara, empieza una violenta campaña con el fin de derrocar el gobierno e incitar a la población a adoptar un modelo político-social diferente. Para Moore, una parte importante del público ha renunciado a entender el mundo en que vive, y prefiere encerrarse en mundos más infantiles y manejables, olvidando las complejidades de la vida moderna. Es casi un análisis sociológico. Incluso su personaje “V” podría serlo, pues es un héroe para mucha gente que, sin embargo, en la vida real sufre lumbago de tanto aceptar imposiciones ajenas. ¿No podríamos hacer una revolución, aunque fuera en nuestra propia casa? Con una inversión mucho más pequeña que la que suponen esos chismes glaseados, uno puede ponerse el mundo por montera. Las Google Glass llevan una pantalla del tamaño de un sello en el lado izquierdo de la montura de las gafas, que es como tener una paja en el ojo, que además de ajeno también es propio. Es decir, que con ellas ves lo que te da la gana. Coño, pues ¿no van a llevar puestas las dichosas gafas todos los políticos de España?
IDEAL (La Cerradura), 26/01/2004

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