Al
parecer, las Google Glass son un éxito. Esta semana han denunciado a una mujer
por llevar puestas estas gafas electrónicas mientras conducía, y en Estados
Unidos han detenido a un hombre acusado de grabar con ellas una película en el
cine. No me extraña en absoluto. De hecho, ya llevábamos bastante tiempo
apartando la vista o haciendo la vista gorda, según el nivel político, aunque
según el fabricante se trate de “gafas de realidad aumentada”. Los hermanos
Wachowski (creadores de la saga Matrix) nos hicieron ver que quizá vivíamos en
un mundo creado artificialmente. Y hace años que Chomsky denunciaba la
posibilidad de que existiese un gran oligopolio de la comunicación, una especie
del Gran Hermano de Orwell. Pero nada de eso, es algo mucho más complejo y
simple a la vez: se trata de que nos divirtamos mientras otros se dedican a
cosas serias y rentables, como el control del capital financiero. Y es que al
parecer, tan importante como los bancos es la industria del entretenimiento.
Nos ponemos gafas electrónicas y acudimos en masa al cine para ver películas de
superhéroes. ¿No resulta sintomático? Lo es para Alan Moore, el autor de
“Watchmen”, el único cómic elegido por la revista Time en su lista de las 100
mejores novelas del siglo XX, y creador también de la novela gráfica “V de
Vendetta”, en la que un misterioso revolucionario apodado "V", oculto
tras una máscara, empieza una violenta campaña con el fin de derrocar el
gobierno e incitar a la población a adoptar un modelo político-social diferente.
Para Moore, una parte importante del público ha renunciado a entender el mundo
en que vive, y prefiere encerrarse en mundos más infantiles y manejables,
olvidando las complejidades de la vida moderna. Es casi un análisis
sociológico. Incluso su personaje “V” podría serlo, pues es un héroe para mucha
gente que, sin embargo, en la vida real sufre lumbago de tanto aceptar
imposiciones ajenas. ¿No podríamos hacer una revolución, aunque fuera en
nuestra propia casa? Con una inversión mucho más pequeña que la que suponen
esos chismes glaseados, uno puede ponerse el mundo por montera. Las Google
Glass llevan una pantalla del tamaño de un sello en el lado izquierdo de la
montura de las gafas, que es como tener una paja en el ojo, que además de ajeno
también es propio. Es decir, que con ellas ves lo que te da la gana. Coño, pues
¿no van a llevar puestas las dichosas gafas todos los políticos de España?
IDEAL
(La Cerradura), 26/01/2004
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