domingo, 5 de enero de 2014

¡Toma!


Resulta bochornoso el espectáculo que cada dos de enero nos ofrecen los extremistas de derecha y de izquierda a la puerta del Ayuntamiento de Granada. Casi más ridículo que seguir tremolando el pendón de los Reyes Católicos es gritarse improperios con el cortejo municipal de por medio, como si esta fiesta, más que una tradición, hubiera convertido en tradición las estupideces de falangistas y anarquistas, que ciertamente son de otra época. Es verdad que la Toma podría convertirse en una fiesta de la tolerancia, pero desde luego no la propician quienes ni siquiera aceptan el paso de la historia. No sé si habría que cambiar la fiesta de la Toma por la de Mariana Pineda, pero es absurdo juzgar o explicar el pasado con las razones del presente, que, por desgracia, tampoco nos conduce a un futuro mejor. Porque más importante que una fiesta es cómo se celebra, y esta semana, a padres y niños les interesan más los Reyes Magos que los Reyes Católicos. Así, quizá los gritos que se escuchen mañana serán: “¡Toma! ¡Me han traído la consola! ¡Y la bicicleta! ¡Y nada de carbón!” Ojalá, pues me ha contado un paje que sus majestades andan un poco tiesas. Lo mismo le ocurre al Rey de España, al que ya no escucha ni su familia, muy atareada en escurrir el bulto. ¿No podríamos subirnos en una máquina del tiempo? Es lo piensa el monarca, al que quizá le hubiera gustado acudir a la Capilla Real, lo que además hubiera contribuido a subir la bilirrubina al señor arzobispo casi tanto como los consejos de Constanza Miriano, por lo que no se hubiera perdido el evento. Es lo que tiene fabricar “best-sellers”. Uno pone un poco de sexo (aunque sea con la imaginación), otro poco de religión aderezado con historia y unas cuantas ideas peregrinas (si han pasado por varios santuarios, mejor) y te sale una novela de género sumiso. ¿O tal vez una celebración? Ni los inmutables y terribles Reyes Católicos redivivos entenderían tamaño pifostio. “¡Toma!”, exclamarían. Y eso sin conocer a Artur Mas, que ha pedido por carta a los líderes europeos apoyo a la consulta, como si fueran los Reyes Magos. Si es que este país se parece ya al “13, Rue del Percebe”. Lo dijo Jordi Pujol: “Cuando se declare la independencia, los españoles ya no serán de la familia, pero seguirán siendo vecinos”. Porque, entre unos y otros, en este 2014 vamos a cantar eso de “Dale que dale que dale, toma que toma que toma”.
IDEAL (La Cerradura), 5/01/2014

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