El problema de España no es la economía, sino la voluntad política. Lo
evidencian informes como el “Índice Mundial de Libertad Económica 2014” (http://www.heritage.org/index/heatmap),
que critica más bien la corrupción, la presión fiscal o el destino del gasto
público en nuestro país, o el demoledor reportaje que firmó Quico Chirino el
pasado domingo en IDEAL sobre el Milenio de Granada. La cuestión la explicaba
así un político que obviamente no quería dar su nombre: “Es como si te compras
una casa y cuando te dan los planos te has quedado en paro”. ¡Y eso hablando de
un evento que ha contado con casi 13,5 millones de euros de presupuesto para
tres años! En un país en el que estamos acostumbrados a despilfarrar el dinero
público en olimpiadas, embajadas autonómicas y demás entretenimientos, al
dirigente en cuestión le parecía poco. Pero es que 12.322 euros al día pueden
parecerlo si uno se para a ver la magna obra del Milenio, en el que dejando al
lado algunas exposiciones de interés y algunos conciertos (¿necesitaba Miguel
Ríos un patrocinio en su gira de despedida?), lo más destacado parece haber
sido la celebración de un par de partidos de fútbol. Y para esto había que
poner de acuerdo al Estado, a la Junta y al Ayuntamiento. Paradójicamente, las
únicas iniciativas que le hubieran dado sentido a la celebración, como la
rehabilitación del Albayzín y el Sacromonte o la creación de un museo de
Historia Andalusí, se han quedado en propuestas. Así, no es de extrañar que,
cuando visitan Granada, los artistas exclamen que los rincones del barrio son
cuadros del siglo XVII. Claro, es como viajar en el tiempo, que lamentablemente
también se ha detenido en nuestra mente y que, sobre todo, ralentiza nuestra
voluntad. Probablemente a eso se deba también el rosario de gerentes que han
pasado por el Milenio, a los que me imagino escuchando buenos propósitos hasta
la hora de convertirlos en realidad. Y entonces, cuando ya no queda tiempo,
cuando el ridículo no puede ser más grande, se hace una programación deprisa y
corriendo para que el logo del Milenio aparezca en cualquier actividad más o
menos meditada, incluso en un escaparate del Corte Inglés. Es decir, que lo
único que preocupa es hacer propaganda, para que creamos que esa gente que es
incapaz de hacer algo útil con 12.322 euros diarios son responsables públicos.
Y lo peor es que ahí siguen, hablándoles del futuro a unos ciudadanos que no se
atreven a salir de casa, rojos de vergüenza ajena.
IDEAL (La Cerradura), 19/01/2014
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