domingo, 16 de febrero de 2014

Encantados


El Albayzín y el Sacromonte siguen desmoronándose por la inoperancia de nuestras administraciones, Ayuntamiento y Junta, o Junta y Ayuntamiento. La concejala de urbanismo, Isabel Nieto, ha anunciado que archiva la actualización del Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Albayzín-Sacromonte (Pepri), de 1990. Al parecer, se ha cansado de esperar el visto bueno de la Junta de Andalucía. ¡Lleva esperando cinco años! Es también el síndrome del los granadinos: esperar a que nos resuelvan las cosas. Porque sufrimos una especie de encantamiento –¿influjo tal vez de la Alhambra, castillo encantado, uno de los centros, según dicen, esotéricos de la Tierra?-. Y fantástica es nuestra incapacidad para romper esta inercia política que se regocija en la impotencia mientras se desmorona este barrio emblemático. Pero pasear hoy por el Albayzín es una experiencia dolorosa, entre casas y calles amenazadas de ruina. Y si algún vecino pretende pedir una licencia para realizar alguna obra, se encontrará en un limbo administrativo, como le ocurre al propio barrio, Patrimonio de la Humanidad, una declaración vacía actualmente. La tontería que suele decirse en estos casos es que esto no ocurriría si el mismo partido gobernara en ambas administraciones. ¡Qué visión más catastrófica! ¿Es el Estado Autonómico la excusa perfecta para cualquier disparate? Y la culpa no la ha tenido el régimen jurídico establecido en la Constitución española, sino quienes nos gobiernan, que son doctores en demagogia. Es algo que no podía prever el constituyente, como tampoco que todas las regiones españolas decidiesen convertirse en Comunidades Autónomas, ni que se desatase esa carrera para asumir identidades y nacionalidades históricas, en la que uno de los episodios más esperpénticos lo hemos vivido precisamente en Andalucía, que, sin embargo, es de las pocas comunidades que se opone con dignidad a la política de tierra quemada del Gobierno central. Porque, puestos a reformar la Constitución, yo pondría al frente de las Administraciones públicas a unos cuantos funcionarios nombrados por la Comisión Europea, el Banco Central y el Fondo Monetario Internacional (Troika), que son los que al fin y al cabo toman las decisiones importantes, esas que reflotan a la banca hundiendo a los ciudadanos. ¡Vaya! Y todo esto se le ocurre a uno observando el estado paupérrimo en el que se encuentra el barrio del Albayzín. Si es que, de pura dejadez, van a provocar una revolución ciudadana. Quizá la próxima vez me ahorre el paseo y también el mal rato. Porque en Granada estamos encantados.
IDEAL (La Cerradura), 16/02/2014

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