Ante
las urgencias de todo tipo provocadas por la Covid-19, hay administraciones que
están en la realidad, otras en la irrealidad y otras simplemente en la inopia.
Como suele ser habitual, entre estas últimas se encuentra el Ayuntamiento de
Granada, que con el auspicio surrealista de la consejería de la Junta
correspondiente, para revitalizar el turismo quiere poner máquinas que
reproduzcan el sonido de los pájaros y aromaticen los miradores del Albaicín.
“¿What? ¿Are you crazy? ¿Es el día del turista inocente?” Se ve que no tienen
mucha confianza en que sobrevivan los pájaros y los vecinos del barrio, pero
quieren un barrio turístico a toda costa, aunque sea fantasmal. Pero es lo que
pasa cuando se maneja dinero público. Malgastarlo no duele. Si le plantearas
algo así a tu pareja, ésta haría todo lo posible para incapacitarte
judicialmente por pródigo. No hay dinero para mascarillas, ni para hacer test
PCR a la población, pero para comprar autómatas sí. El caso es que en mitad de
una epidemia nacional, España personifica una descentralización administrativa
caótica, con el Gobierno central pasándole la pelota sanitaria a las
comunidades autónomas, que para eso tienen las competencias, y las
administraciones locales haciendo lo que pueden, actuando sensatamente en la
Puebla de don Fadrique o Busquístar, y otros espantando moscas. Por eso hay
quien reclama que vuelva a declararse el estado de alarma. Más vale una sola
dirección, aunque sea mala, que diecisiete decisiones autonómicas, más las
decisiones de las dos ciudades autónomas y de los 8.131 municipios que tiene
España. Aunque uno nunca sabe qué es peor. Resulta un milagro que este país siga
unido cuando cada una de las 50 provincias (que se me olvidaban) tira para su
lado, y eso que ni siquiera cuento con Cataluña y el resto de las
nacionalidades históricas, que por obra de los pactos autonómicos son ahora
todas las regiones españolas. ¿No se están mareando? Representa un esfuerzo
hercúleo mantener un equilibrio entre tantas fuerzas e intereses contrapuestos,
pero ¡bendito país! Cuando atendiendo a la actualidad uno no sabe si sería
mejor recurrir a la cicuta como el maestro Séneca, abre el periódico y casi se
muere de un ataque de risa al leer las noticias locales. ¿No podrían poner una
máquina para gestionar el consistorio? De todos modos, creo que la mayoría de
los concejales del equipo de gobierno anda de vacaciones. Tanta genialidad debe
cansar un huevo. Lo lleva en la mano un jinete a lomos de un caballo en la
fachada del Ayuntamiento.
IDEAL (La Cerradura), 16/08/2020
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