Antes me reía cuando observaba que algún amigo –normalmente mayor que yo-
tapaba con cinta aislante la cámara de su ordenador. “¿Por qué tapas la
cámara?”, le preguntaba. “Para que no me espíen”, contestaba muy seriamente.
“Esa cámara es el ojo de la policía en tu casa”. Era entonces cuando yo soltaba
la carcajada. Pero ya no. Según ha publicado “The Guardian”, el espionaje
británico, con la colaboración de la Agencia de Seguridad estadounidense, ha
grabado las imágenes de las webcam de millones de usuarios de todo el mundo. A
través de ese ojo indiscreto ante el que nos pasamos varias horas al día,
buscaban los rasgos de delincuentes. Pero al parecer no solían encontrar lo que
buscaban. “Uno de los grandes obstáculos de usar estos archivos es que la
amplia mayoría de los vídeos no tienen ningún valor de inteligencia, como
pornografía, anuncios o vídeos familiares”, dice el informe. Y también: “Hasta
el once por ciento del material almacenado contiene una desnudez indeseable”.
Porque mucha gente utiliza las cámaras para practicar sexo virtual con sus
interlocutores. Se despelotan ante la cámara y ¡ala!, como una concejala cuyo
nombre no recuerdo a la que han visto masturbarse miles de internautas ociosos
y que ha posado después para Interviú. Pero a mí lo que me sorprende es que
tachen estas prácticas sexuales de “desnudez indeseable”, cuando la pornografía
la practican las autoridades que permiten a los servicios de inteligencia
espiar a los ciudadanos. Porque lo del Gran Hermano de Orwell lo superamos hace
tiempo. En nuestras llamadas democracias carecemos de intimidad, y ahora ya
sabemos que las cámaras no sólo nos espían cuando salimos de casa, sino también
en nuestra propia casa, al encender el ordenador y tener la ocurrencia de
chatear con alguien. Y no sólo las cámaras, pues ese espionaje se extiende a
los buscadores y probablemente también al correo electrónico. Luego nos
rasgamos las vestiduras con lo que ocurre en China o en Cuba, pero en cualquier
país europeo existe el mismo control, sólo que es más sutil e incluso alegre,
pues son los propios ciudadanos quienes lo ponen en marcha cuando encienden la
tablet o el teléfono. ¿Cómo, que se cree usted que su pareja no sabe lo de su
amante? Si es la comidilla del CSIC, de la GCHQ y de la NSA, que se van pasando
las imágenes. Pero es que hasta los espías forman parte hoy de la industria del
entretenimiento. Quizá por eso tengan esa cara de alelados algunos presidentes
de Gobierno.
IDEAL (La Cerradura), 2/03/2014
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