domingo, 9 de marzo de 2014

Vapor, sombra y nada


Granada es una ciudad de conversaciones y bares, de sobremesas que se convierten en madrugadas, de confidencias y confesiones extemporáneas. Pero no hablo de política, no, sino de esas nuevas costumbres que nos encontramos en las barras. Porque antes íbamos a los bares de tapeo, pero ahora también de “vapeo”, pues en el sitio más insospechado alguien saca un tubo del bolsillo y empieza a echar vapor de agua, nitratos, esencia de menta…, eso que antes llamábamos fumar. Parece una metáfora de nuestro tiempo: sustituir las brasas por una resistencia eléctrica, el humo por vapor de agua. Aunque no sé si huele mejor ese vaho cargado de artificio. El humo y el tabaco venían a ser una metáfora de esa muerte moderada en que consiste la existencia: la voluntad contra la adicción, el deseo contra la impotencia, la esperanza de que la vida sea este instante que ya se escapa y que nos empeñamos en apurar. Pero los cigarrillos electrónicos son una metáfora del mundo actual: vivimos enganchados a una máquina. Así, no es de extrañar la perplejidad de los médicos, que desde hace años le han declarado la guerra al tabaco. Ahora hay personas con el mismo hábito, aunque están convencidas de que no fuman, y de que sólo echan vapor de agua por la boca. De hecho, no encienden una cerilla ni un mechero, sino que inhalan propilenglicol, un compuesto que produce calor sin necesidad de quemar y, gracias al cual, emana el vapor del “e-cigarrillo”, como también se conoce el nuevo artilugio. Luego añadimos vainilla, chocolate, menta, fresa, café irlandés… y olalá, nicotina. Qué haríamos sin esa sustancia tan adictiva, gracias a la cual nos creemos más inteligentes, simpáticos e intelectuales, aunque no sepamos qué significa esto hoy día. Al parecer, también estas sustancias viajan en aceites que terminan obstruyendo los alvéolos, por lo que pueden provocar enfermedades, según ha explicado Joaquín Gea, presidente del Congreso Europeo de Respiratorio y jefe del Servicio de Neumología del Hospital del Mar de Barcelona. Yo no lo sé, pero lo primero que me ha sorprendido al llegar a Granada después de algún tiempo y buscar un bar como un oasis, es encontrarme al cuarenta por ciento de la clientela “vapeando” en la barra. Y es casi una sensación de nostalgia lo que transmiten, como esos malos remakes que nos encontramos actualmente en el cine. Entonces me acuerdo del verso de Góngora: “En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”. Y me tomo una caña.
IDEAL (La Cerradura), 9/03/2014

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