domingo, 16 de marzo de 2014

Víctimas


Diez años después, las noticias más comentadas esta semana han sido la conmemoración del 11-M y que España sigue siendo objetivo del terrorismo yihadista. Particularmente, me han dado ganas de vomitar la solicitud con que algunos medios han vuelto a ofrecernos vídeos e imágenes de la tragedia y los sesudos análisis de quienes siguen buscando conexiones entre el terrorismo islamista y el etarra, que sólo tienen la estupidez por patria común. Pero también me ha causado escalofríos la manera en que el ministro del Interior ha hablado de los riesgos de un atentando (“un nivel dos de amenaza”) y la extraordinaria solidaridad que aflora en fechas tan significativas cuando la realidad es que, en España, la solidaridad brilla por su ausencia a cualquier “nivel”, ya sea nacional, regional o local, y en cualquier ámbito, político, profesional o en las llamadas “artes humanas”, donde lo normal es tratar de cortarle la cabeza al contrario, sin duda en un sentido metafórico. En este país sólo se homenajea a los muertos, por los que lamentablemente, salvo honrar su memoria, poco se puede hacer ya, desde las víctimas del franquismo y del terrorismo hasta los escritores como Leopoldo María Panero, que probablemente estará descojonándose de risa en la tumba si ha podido leer lo que se ha publicado estos días sobre su vida y su obra. ¡Si vivía en un psiquiátrico! Y eso en un país que ha acabado, entre otras cosas, con los psiquiátricos. Y hablando de memoria, ¿hace falta en Andalucía una nueva Ley de la Memoria y una Dirección General de Memoria Democrática? Porque títulos rimbombantes como éste suenan a dictadura. La memoria democrática es de los ciudadanos. Aunque algunos, efectivamente, no la tengan, como ha vuelto a dejarnos claro el alcalde de Granada, que no retirará el monolito a Primo de Rivera hasta que lo obliguen a ello. Hay que “dejar a los muertos en paz”, ha asegurado, que es precisamente la principal razón para quitar de una vez esa escultura. El Ayuntamiento ha alegado siempre razones artísticas para no hacerlo, pero Torres Hurtado afirma que el 99,9 por cien de los ciudadanos no saben lo que representa. A la vista está que él no lo sabe. Lo cierto es que la única política que se sigue en este país es la de la tierra quemada, en la sanidad, la educación o donde haga falta. La deuda, menos mal, ya está garantizada. Gracias a la miseria de los ciudadanos, a los que, eso sí, se les agradece el esfuerzo. Vivos o muertos.
IDEAL (La Cerradura), 16/03/2014

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