lunes, 31 de mayo de 2021

Barrancos

Vivimos en una época en la que el primer gesto cotidiano que hace la mayoría de las personas es asomarse a una pantalla, por lo que es normal que la realidad y la ficción lleguen a confundirse, y más en el caso de una generación política que parece encontrar sus modelos de actuación en series como “Juego de Tronos” o “El ala oeste de la Casa Blanca”. Y no es que no podamos confiar en la calidad de los guionistas de estas producciones televisivas, pero quizá habría que tener en cuenta que lo que les mueve es captar la atención de los espectadores casi a cualquier precio, y no las ideologías o la protección de los derechos y libertades que deberían guiar la acción política, aunque ya parecen cosas del pasado, cuando los principios que priman en la política española son los del marketing. “Un asesor se tira a un barranco por su presidente”, ha afirmado el secretario de Estado Iván Redondo, parafraseando un diálogo de la serie americana. No, hombre, no hace falta. Tranquilícese. Dé de baja la suscripción de Netflix, cambie a Maquiavelo por Marco Aurelio, cuando se levante a las 5 y media de la mañana no encienda el móvil, sino váyase a correr. Y luego transmítale el método al presidente Pedro Sánchez. Lo mismo podemos solucionar el problema catalán con una simple sesión de meditación zen. Y un mantra: “Lealtad y concordia”. Así no harían falta amnistías ni indultos ni tachar de venganzas y revanchas las decisiones judiciales, ni de paso deslegitimar al poder judicial y a la propia democracia. Podría aprovechar su capacidad de trabajo para elaborar una guía de uso, un nuevo protocolo espiritual dirigido a la clase política y a la gestión de todas las administraciones públicas, incluso el Ayuntamiento de Granada, para el que quizá habría que elaborar unos cuantos mandamientos específicos o acudir a la medicina tradicional para que recete tranquilizantes a algunos concejales. Porque hay quien tiene visiones, y quien sufre alucinaciones, y quien está ungido en iluminaciones. Nada que no hubiéramos apreciado en la campaña electoral, pero que se ha trasladado a las instituciones por el truco de un prestidigitador, ayudado por las direcciones de dos partidos, Ciudadanos y PP, preocupados únicamente por mantener sus cuotas de poder. Lo mismo le hacen caso a Iván Redondo y se tiran por el barranco municipal. Pero pongan antes un colchón en el fondo que no signifique tomarle el pelo a los ciudadanos. Un colchón-gobierno de leyes, y no de nombres.

IDEAL (La Cerradura), 30/05/2021

No hay comentarios:

Publicar un comentario