En
España, a mucha gente le molesta que se hable de nación de naciones o de
monarquía plurinacional, pero son términos más comunes en nuestra historia y en
nuestra literatura de lo que pueda parecer a primera vista. Forman parte de ese
conjunto de temas que actualmente no se abordan sin algún tipo de censura o
autocensura, como Transición, monarquía, dictadura y Guerra Civil, y que
demuestran la fragilidad de nuestra aún joven democracia. También es verdad
que, en nombre de la democracia, se han utilizado y mezclado conceptos y
pervertido su sentido por causas finalistas, como autogobierno, derecho a
decidir, autodeterminación, respeto a las minorías, condiciones de la
democracia, y que en muchos casos escapan a la idea de democracia misma. Y los
términos nación o nacionalidad, claro, en según qué contextos vacíos de
contenido. Al parecer, algunos de los problemas que ha tenido nuestro Estado
siguen enquistados, y no somos capaces de reconocer y aceptar las diferencias
del otro. Sin embargo, casi nadie duda ya de las bondades de nuestra
pertenencia a la Unión Europea, que tiene entre sus lemas fundamentales la
unidad desde la diversidad, y que recoge en sus tratados fundacionales el
reconocimiento de los hechos diferenciales y las singularidades políticas y
fiscales de algunos territorios españoles que, por cierto, no se encuentran
solamente en el continente europeo, caso de Canarias o de Ceuta y Melilla. Hay que recordar que dentro del marco
constitucional vigente hay territorios con un estatus jurídico propio, tanto
desde el punto de vista de sus instituciones como, fundamentalmente, desde el
punto de vista fiscal. Así podríamos distinguir entre las comunidades autónomas
de régimen común de los territorios forales, País Vasco y Navarra, con convenio
y concierto propios pactados con el Estado. Es decir, dentro de la Constitución
española de 1978 ya están reconocidas las singularidades territoriales de una
manera específica. ¿Podría tener Cataluña un tratamiento especial, como País
Vasco y Navarra? Yo creo que sí, pero también Andalucía, Galicia o Baleares. Porque,
¿les van a condonar parte de la deuda pública a todas las comunidades autónomas,
como al parecer ha pactado para Cataluña el ministro de la Presidencia en
funciones, Félix Bolaños, con Oriol Junqueras mientras esperan el sí de
Puigdemont? ¿No será mejor aprobar un nuevo sistema de financiación del que se
beneficien todas las autonomías? Nuestros políticos ganarían mucho si
explicaran los problemas reales del país a los ciudadanos sin recurrir a la
demagogia y los afrontasen más allá de la propia conveniencia. Ese es el peor
nacionalismo.
IDEAL (La Cerradura), 5/11/2023
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