En Ecuador, el paraíso puede encontrarse a la puerta de casa. Mucha gente
lo busca en estas fechas en la Ruta del Sol, desde Santa Elena a Puerto Cayo.
Los que prefieren una fiesta continuada recalan en Salinas y en Montañita,
pero, un poco más al norte, la naturaleza se desborda en Olón, que todavía
resiste la amenaza de las urbanizaciones y que podría convertirse en un ejemplo
del desarrollo sostenible y el Buen Vivir. Porque, por fortuna, Olón conserva
tres kilómetros de playa prácticamente virgen, donde desovan las tortugas y las
olas arrastran millones de minúsculos crustáceos que se entierran en la arena,
bajo tus pies. Mientras caminas desde el Santuario de Blanca Estrella de la Mar
hacia La Entrada, el cielo se refleja en el agua que se va adentrando en la
tierra, como si quisiera abrazarla. Pero una nube de gaviotas y pelícanos
desmiente de pronto esa impresión, conforme se arrojan sobre las redes que los
pescadores extienden en la orilla. Reparten el resultado de la jornada: cientos
de dorados, trompetas y róbalos que poco después podrás comer en cualquier
restaurante. Y qué expresión de orgullo la del joven que vuelve a casa portando
una cesta de pescado vivo. Es la satisfacción que uno siente también horas más
tarde cuando, desde el jardín del mar, contempla la puesta de sol más bella del
Pacífico.
El Telégrafo (Zoom del Ecuador), 28/12/2013
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